Camino al Barrio: mujeres que reconectan el territorio desde el corazón de San Francisco
Caminar para sanar: el poder colectivo de las mujeres en San Francisco
El 10 de diciembre acompañamos un nuevo recorrido con la organización Camino al Barrio, una experiencia profundamente significativa que nos permitió ver de cerca cómo el acto de caminar puede convertirse en una herramienta de transformación territorial, emocional y política.
Este proceso comunitario, nacido en el sector de San Francisco (Siloé), tiene un origen particular: fue en 2018 cuando las mujeres mayores del barrio, tras años de experiencias compartidas, decidieron dar nombre a un movimiento que ya venían gestando desde 2017. Un movimiento que surgió de la necesidad de volver a recorrer el territorio con libertad, afecto y dignidad.
Caminar para volver a encontrarse
San Francisco está dividido en tres sectores: bajo, medio y alto. Estas divisiones, más allá de lo geográfico, reflejan también fragmentaciones sociales. Las mujeres de Camino al Barrio entendieron que el primer paso para sanar esas rupturas era volver a caminar el barrio juntas, eliminando las barreras —físicas y simbólicas— que impedían el encuentro entre vecinas.
Caminar se convirtió así en una práctica de resistencia, de reconocimiento mutuo y de reapropiación del espacio. No se trataba solo de desplazarse, sino de habitar el barrio desde una mirada sensible, política y colectiva.
Reconocer el territorio desde lo emocional
En un territorio con escaso espacio público y atravesado por múltiples violencias, las integrantes de Camino al Barrio decidieron generar sus propios espacios de encuentro, aunque estos fueran pequeños, improvisados o móviles. Lo esencial era reunirse.
Cada semana, este grupo se encuentra para reforzar su capacidad de agencia como sujetas políticas, y también para compartir herramientas que les permitan gestionar sus emociones, hablar de sus historias, procesar los duelos, y convertir esas vivencias en aprendizajes colectivos.
Este componente emocional, muchas veces invisibilizado, es una de las fuerzas más potentes de Camino al Barrio. Porque sanar, juntas, también es un acto de organización.
Más allá de los logros visibles
Mucho se ha hablado (con razón) de los logros visibles de este proceso: el parque co-gestionado en San Francisco alto, los eventos comunitarios, la recuperación de espacios, la cocina como centro de encuentro… pero hay otro tipo de logros, menos evidentes y no por eso menos importantes, que merecen ser contados.
Camino al Barrio ha logrado construir confianza entre generaciones. Ha roto el aislamiento de muchas mujeres mayores. Ha convocado a hombres del barrio a sumarse desde el respeto y el cuidado. Y ha sembrado la idea de que la colectividad no solo es posible, sino necesaria para imaginar un futuro diferente.
Un proceso que sigue caminando
Acompañar a Camino al Barrio es también una invitación: a detenerse, mirar el entorno con otros ojos, y preguntarse qué historias habitan nuestras calles, qué heridas necesitan atención, y qué posibilidades de encuentro podemos construir desde lo cotidiano.
Este recorrido de diciembre fue una muestra más de que caminar puede ser una práctica política cuando se hace con propósito, con memoria y con afecto. Las mujeres de San Francisco nos lo han recordado con cada paso que dan.
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